¿Puede una dama de compañía enamorarse?
Como dama de compañía, a menudo experimento encuentros interesantes y llego a conocer a muchas personas diferentes. A veces es difícil saber dónde está el límite entre una relación comercial y una relación personal. En este informe de experiencias me gustaría contarte una cita en la que me enamoré de uno de mis clientes.
Empezó como cualquier otra cita. El cliente me había contratado para una noche y quedamos en un hotel de lujo. Era un hombre atractivo de unos 30 años, de modales encantadores y agradable carisma. Al principio hablamos de temas triviales y enseguida me di cuenta de que estábamos en la misma longitud de onda. Nos reímos mucho y nos divertimos mucho juntos.
Algo era diferente de las otras citas
Luego, cuando fuimos a la habitación, empezó la cita de verdad. Tuvimos un sexo estupendo y disfruté cuando me tocó. Pero algo era diferente de lo habitual. Me atraía y quería pasar más tiempo con él. Después de vestirnos de nuevo, nos sentamos juntos durante largo rato y hablamos de nuestras vidas y experiencias.
Al final de la noche me dio más dinero del acordado y me dijo que le gustaría volver a verme. Me sorprendió, pero también me emocionó. Tenía la sensación de que entre nosotros había algo más que una simple relación de negocios. Le dije que sí y concertamos una próxima cita.
En nuestra siguiente reunión fue similar a la anterior. Volvimos a tener buen sexo y pasamos la noche juntos. Pero incluso después de eso hablamos durante mucho tiempo y me di cuenta de lo atraída que me sentía por él. Empecé a echarle de menos fuera de nuestras citas y sentí que estaba enamorada de él.
Sabía que no era fácil entablar una relación con un cliente como dama de compañía. Pero no podía ignorar mis sentimientos. Así que cuando me preguntó en otra cita si podía imaginarme teniendo una relación con él, le dije que sí.
Empezamos una relación – en contra de todas las costumbres
Empezamos una relación y me di cuenta de lo diferente que era estar con él como acompañante. Ya no era una relación comercial, sino personal. Pasamos mucho tiempo juntos y llegamos a conocernos cada vez mejor. Tuve la sensación de que por fin había encontrado al compañero adecuado.
Por supuesto, también hubo dificultades. Tuve que dejar mi trabajo de acompañante y tuvimos que acostumbrarnos a la vida en pareja. Pero valió la pena. Llevamos juntos más de un año y soy más feliz que nunca.
He aprendido que es muy posible enamorarse de un cliente. Sólo tienes que dejarte llevar por tus sentimientos y ser sincero contigo mismo y con el cliente. Aunque puede ser difícil establecer una relación entre una escort y su cliente, cuando funciona, puede ser algo maravilloso.
En esos momentos, a menudo tenía que recordarme a mí misma que soy una prestadora de servicios profesionales, una trabajadora del sexo y no una persona privada. Pero a veces era difícil trazar esa línea. Algunos clientes se esforzaron realmente por conocerme y me mostraron una faceta de sí mismos que iba más allá del mero interés sexual. Hubo hombres que me invitaron a representaciones teatrales, conciertos o restaurantes exclusivos. Otros me llevaban en viajes de negocios o pasaban fines de semana enteros conmigo en hoteles de lujo.
Sin embargo, siempre tenía que tener en cuenta que esos hombres me estaban pagando y que era su deber hacérmelo pasar bien. Nunca supe si realmente les interesaba mi personalidad o si sólo intentaban obtener la mejor experiencia por su dinero.
Fui capaz de conectar emocionalmente con algunos hombres
Sin embargo, algunas veces me sorprendí. Hubo clientes que me volvieron a contratar después de nuestro encuentro, no por la experiencia sexual, sino porque realmente querían pasar tiempo conmigo. Me contaron sus preocupaciones y problemas y de repente me encontré en el papel de oyente. Me sorprendió lo rápido que pude establecer una conexión emocional con estos hombres, aun sabiendo que se trataba de una relación a corto plazo.
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Pero también hubo experiencias desagradables. Algunos clientes me trataron de forma irrespetuosa e hiriente. Me exigían cosas que no estaba dispuesta a hacer y algunos intentaban manipularme o amenazarme. Tuve que aprender a poner mis límites y alejarme de esos clientes.
En general, mi experiencia como acompañante fue una mezcla de experiencias positivas y negativas. Conocí a gente interesante, visité lugares impresionantes y viví experiencias inolvidables. Al mismo tiempo, sin embargo, también me enfrenté al lado oscuro de la industria y tuve que aprender a respetar mis propios límites y a protegerme de situaciones desagradables.
He aprendido mucho de esta experiencia y agradezco la oportunidad de trabajar como dama de compañía. Me enseñó a ser abierta y tolerante con la gente y a adaptarme a situaciones inesperadas. Sin embargo, también me alegro de haber podido dejar atrás este periodo de mi vida y concentrarme en mi futuro.
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